Coronavirus 19 resistir.

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Desconfinamiento

No sé si es la falta de costumbre de no ver libremente personas por la calle pero hoy noto un aluvión de personas casi todas dicho sea de paso apuradísimas. Casi hormigas.

Estamos en la octava semana de confinamiento y debido a la mejora de los números estadísticos sobre la incidencia del coronavirus 19 sobre nuestras vidas y la del sistema de salud, debido a las presiones de la sociedad en general y por supuesto de los partidos políticos que nos gobiernan, así como por el tremendo miedo que genera solo la idea de una nueva crisis económica parece que se esté procediendo a una desescalada sobre las medidas de confinamiento iniciales.

Esto está bien.

Como todo en la vida con los condicionantes adicionales y consecuentes, es decir:

 Si los números son reales y las estadísticas tan volubles en su interpretación se ajustan a la realidad.

 Pero está mal porque:

 En un país como el nuestro, la didáctica del cómo hacer las cosas  es escasa, mal explicada, desoída e interpretada por cada español a su manera, algo propio en nuestro espíritu libertario e independiente. Funciona el como si, el como a mi manera.

Hemos hecho caso a lo que nos han impuesto de un día para otro y ahora parece que en el momento  más necesario las fuerzas nos abandonan. Y salir a la acalle se hace una necesidad más que vital.

Llevamos unos días donde corren más personas de las habituales, donde nos topamos con personas que no son habituales de la zona, donde pasean en parejas , tríos y grupos o disimuladamente caminan a menos de cincuenta centímetros hablando como si no fuera con ellos,….y mientras hay personas que cumplen con  la norma, ancianos que no pueden salir por precaución y miedo o que permanecen confinados en residencias sin poder ser vistos ni ver a sus familias , o de personas que en el extremo llevan guantes  mascarillas y gafas como soldadores  o jardineros se trataran.

Se dan los extremos de la cotidianeidad de nuestras vidas.

Quienes se comportan como si no fuera con ellos la pandemia, descuidados, altivos, narcisistas y provocadores natos. Egocéntricos solo preocupados por su vida, insolidarios.

Quienes se comportan como auténticos obsesos del cuidado dando rienda suelta a sus tendencias fóbicas, hipocondríacas y maníacas. Inesperados, igualmente insolidarios y de nuevo preocupados solo por ellos.

Quienes valoran sobre manera las conspiraciones internacionales sobre el origen y el porqué de esta enfermedad y dan ideas o se las creen de índole conspiratorio totalmente paranoicas. Son los pseudointelectuales.  Generan rumores que desalientan al resto de humanos, lima su resiliencia y aumenta las dudas la incertidumbre por otra parte tan de los humanos.

Quienes aprovechan la situación , como no para hacer negocio, estos son fundamentalmente los malvados y perversos. Bueno son a su vez los más legislados, si les “pillan” la pagan.

Quienes cada día se les pone un poquito más arriba en tanto que la situación se hace insostenible, y sienten un malestar interno ansioso, estresante que en ocasiones se torna en depresión por el alargamiento de esta situación que nadie ha buscado. Pero que continúan y menos ,mal tirando hacia adelante en consideración de ellos y también de los demás. Casi son la mayoría . Aunque en franca disminución.

La realidad

La realidad parece de película de ciencia ficción, la verdad será siempre desconocida, pero es cierto que se contagia gente, que fallece gente y que el proceso de “sanar” será lento y tedioso.

Sería bueno, adecuado, de tener en cuenta, saber estar a la altura y continuar manteniendo la compostura.  Sería bueno aprovechar esta extraña situación para repensarnos todos y cada uno de los miembros de esta comunidad global humana. Lo que hace seguir adelante es el bien común frente al individual, el cuidado/cuidado en momentos de dificultad, el compartir, lo que se tiene , el vivir el momento disfrutando de cosas pequeñas, el prestar atención a lo que hacemos como si fuera la última vez o la más exigente, el estar organizados, el no decir no porque si, el querer salir pero bien no como quiera. Pensar y observar como medida de reflexión.  Preguntar poco por qué entre otras cosas nadie sabe.

Si se piden franjas horarias, si se establecen pautas de higiene, si se dictan que actividades se pueden ir realizando si esto se hace sin presiones solo desde una implantación técnico sanitaria, y desde luego se hace cumplir los resultados serán positivos mientras la vacuna llega a toda la población.

Nadie tiene la solución.

 Ningún gurú médico, ningún político alumbrado, ningún organismo internacional, nadie sabe cómo hacer realmente .Pero lo cierto es que la prudencia y la prevención son dos hábitos y a la vez dos valores que dan forma a la posible salida de esta crisis sanitaria y humana.

Dejémonos llevar por quienes algo controlan, hagamos aunque solo sea la mitad de lo que nos indican y de seguro que de esta saldremos.

No hagamos el quijote, enfrentarse a los molinos a nuestra manera individual. Hagamos un Sancho, seamos masa por una vez y evitemos otro posible descalabro si incumplimos con trucos y engaños mil, las normas de desconfinamiento. Recuerden que íbamos bien, no decaigamos. Resistir es lo único mientras no exista vacuna, que puede ayudar a los demás, pero para ello debemos cuidarnos nosotros mismos.

Si en algo puedo ayudarte no dudes en contactar en nuestro servicio de atención  psicológica online o con cita previa presencial.