
Existen multitud de opiniones sobre los aspectos que juntan y mantienen a las parejas, al menos heterosexuales, unidas.
En mi experiencia profesional que no es poca, he ido cambiando el paradigma o enfoque de tratamiento.
Desde una posición conductual, pasando por una posición relacional hasta una visión más integradora y de nuevo comportamental. Postura en la que considero se trabaja cómodamente en tanto que los cambios se han de producir de afuera hacia dentro.
Es decir del comportamiento visible, “nombrable” o cognitivo hasta la interiorización de cambios que suponen a largo plazo mejoras personales y mantenimiento de una salud psicológica o de un estado emocional y comportamental psicológico óptimo, sano y algo seguro.
A las parejas , y de forma genérica las une el trato.
Es decir presentar unos intereses en principio comunes
Y el amor, que no el afecto cariñoso, al cual sea dicho de paso se llega en el tiempo.
Estos dos factores de unión hacen que la relación alcance momentos de mayor o menor intensidad íntima. La ruptura de esa intimidad trastoca la confianza y los problemas de deriva se inician para trastocar la relación bien hacia un nuevo ciclo vital de la pareja o bien hacia el aletargamiento de sus componentes o bien hacia la ruptura. Siendo el peor de las derivas el aletargamiento. Por cuanto que genera comportamientos, actitudes, valores y relaciones perversas y tóxicas. La tercera vía es la dolosa en el corto plazo, aunque para llegar a ella también se pudieran pasar varios años. Una vez tomada es como volver a la vida, poder comenzar de nuevo y disfrutar de ese momento. No merece la pena vivir en el sufrimiento, el desengaño, la apatía o la frustración. Si existen hijos lo agradecerán del medio a largo plazo.
La vía primera nos aboca al intento de superar las diferencias, o el inicio de lo que parece un naufragio pero pudiera tratarse de un golpe de viento. Y por lo tanto esa pareja podría reorientarse en otras direcciones más afectas y confortables para sus integrantes.
El Amor
El desamor puede aparecer. Quizás quien busque el amor eterno, viva de entrada en un mito que más tarde o más temprano le pasará factura. Eso depende mucho de la edad del enamoramiento y de las características personales de los miembros de la pareja. Pero también de los hitos históricos de esa pareja. Los cuales marcan destinos y rumbos en sus vidas.
El segundo factor afecta sobre manera al primero. Los intereses influyen en la sensación de amor. Y el tiempo transforma el amor en cariño, aprecio, valor y en definitiva afecto. Aún si perdura la amistad entre ambos se podría mantener unida la pareja. Esto dependería de cada uno de los componentes y cada uno de sus intereses.
Si en el segundo factor se producen cambios intencionales, en el sentido de variar y preferir otros intereses o necesidades en uno de los componentes se producirá en tiempo y forma un cambio de relación y de interés en la misma. Uno de los componentes se verá oprimido y el otro alejado o perdedor. Si se producen la incorporación de cambios en los intereses en ambos es muy probable que se mantengan unidos o que al menos la ruptura salvo otros factores de índole material les interfiera, les sea poco lesiva o incluso reconfortante. Aunque quede el regusto de la frustración por el fracaso de la relación en cualquier caso. Las parejas permanecen unidas mientras en el tiempo consigan soluciones a las distintas crisis por las que irán pasando y que siempre serán momentos de crecimiento personal y de pareja. Esas soluciones pueden ser implícitas o tácitas pero siempre en el bien de la relación
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